Ahorrar en dólares: ¿una buena idea o solo una ilusión de seguridad?
- elisa urbán
- 11 jun
- 4 Min. de lectura

En los últimos años, con la incertidumbre económica global, las elecciones en EE.UU., los cambios en las tasas de interés y los temblores del sistema financiero, ha vuelto a surgir una pregunta recurrente:
¿Conviene ahorrar en dólares?
Es fácil dejarse llevar por lo que escuchamos en redes, por lo que recomiendan algunos gurús o por lo que hacen amigos que “convirtieron todo su dinero y ahora están tranquilos”. Pero si algo nos ha enseñado el tiempo es que no hay una respuesta universal. Lo que funciona para uno, puede ser un problema para otro.
Por eso, más allá del impulso de seguir la corriente, vale la pena hacer una pausa y entender cuándo esta estrategia tiene sentido y cuándo puede volverse un error costoso.
¿Por qué tantas personas confían ciegamente en el dólar?
El dólar es visto por muchas personas como un refugio: una moneda que no pierde valor, que siempre va al alza y que está respaldada por la economía más poderosa del mundo. En México y otros países de Latinoamérica, donde las monedas locales pueden ser volátiles, esta percepción se ha reforzado por generaciones.
La idea es sencilla: si convierto mis pesos a dólares, estoy “protegiendo” mi dinero. Pero este razonamiento no siempre se traduce en beneficios reales. Porque convertir tu dinero a dólares no es lo mismo que invertirlo.
Tener tus ahorros en dólares puede evitar que se devalúen… o puede hacer que pierdan poder adquisitivo si el dólar baja o si no tienes claridad sobre cuándo vas a usar ese dinero.
La trampa de los mitos financieros
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Entonces, ¿cuándo sí puede tener sentido?
Ahorrar en dólares puede tener sentido si tus metas están vinculadas a esa moneda.
Por ejemplo:
Si planeas estudiar, viajar o mudarte a un país donde el dólar es la moneda de uso, tener parte de tus ahorros en dólares puede ayudarte a anticiparte a cambios en el tipo de cambio.
También puede ser útil si pagas servicios en línea que se cobran en dólares, como plataformas digitales, cursos o herramientas profesionales.
Otra razón válida es la diversificación. No se trata de poner todos los huevos en una sola canasta. Tener una parte de tus ahorros en dólares —junto con otras estrategias bien pensadas— puede darte mayor estabilidad si el peso se debilita. Pero esa parte debe ser proporcional, calculada y estar alineada con tus objetivos personales.
¿Y cuándo puede ser un error?
El mayor riesgo está en tomar decisiones impulsivas, motivadas por el miedo o por modas.
Si compras dólares sin entender el momento económico, sin tener claridad sobre para qué vas a usarlos o si comprometes tu liquidez (es decir, tu acceso a efectivo en pesos), puedes quedar atrapado.
Además, muchas personas olvidan que cambiar divisas tiene costos: comisiones, spreads, impuestos. Y luego, cuando quieren volver a convertir sus dólares a pesos, terminan perdiendo más de lo que creen haber ganado.
También es un error usar el dólar como sustituto de una estrategia de inversión. Porque ahorrar en otra moneda no hace crecer tu dinero: solo lo cambia de contexto. El crecimiento ocurre cuando tu dinero trabaja por ti, ya sea en herramientas de inversión seguras, plataformas digitales con inteligencia financiera, o incluso en proyectos personales.
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La clave: entender para qué ahorras
Más allá de si conviene o no ahorrar en dólares, la pregunta importante es:
¿Qué estás intentando proteger? ¿Y para qué estás ahorrando?
Si tu objetivo es preservar el valor de tu dinero a mediano o largo plazo, hay muchas otras opciones que pueden combinarse o incluso superar al dólar como herramienta financiera.
Cuentas que generan rendimiento, inversiones seguras, plataformas que usan inteligencia artificial para ayudarte a decidir mejor… todo esto puede darte más beneficios que tener tus ahorros inmóviles en otra moneda.
Conclusión
Ahorrar en dólares no es ni bueno ni malo por sí mismo. Es solo una herramienta más. Y como toda herramienta, su valor depende de cómo la uses.
Lo importante no es “hacer lo que hacen todos”, sino construir una estrategia alineada con tu realidad. No se trata de elegir entre pesos o dólares, sino de elegir claridad. Porque cuando entiendes tus metas y conoces tus opciones, tomas decisiones más inteligentes.
Y eso —en cualquier moneda— siempre vale más.
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