El manual de supervivencia para tu aguinaldo
- Alejandro Torres

- 10 dic
- 3 Min. de lectura

¿Sintieron eso?
Es una vibración distinta en el bolsillo. Un sonido casi celestial. Es el sonido de la notificación más esperada de todo el 2025.
Ese ding del banco que avisa: "Tu aguinaldo ha sido depositado".
Seamos honestos: la primera reacción es química pura. Es un disparo de dopamina directo al cerebro. Son unas ganas incontrolables de correr al centro comercial, de llenar el carrito de Amazon como si no hubiera un mañana y sentir que somos ricos... aunque sea por un fin de semana.
Es humano. Lo entiendo perfectamente y, créeme, he estado ahí. Ese perfume caro, esa consola, esos tenis que te repites a ti mismo que "te mereces" porque el año estuvo pesado.
El balde de agua helada
Pero aquí entra la realidad fría (tan fría como un balde de agua helada en pleno enero): El dinero que llega rápido, se va rápido si no tiene una misión.
Piénsalo así: el dinero es como un turista perdido en una ciudad nueva. Si no le das un mapa y una dirección clara, se va a meter en cualquier tienda de souvenirs, se gastará todo en llaveros y desaparecerá sin dejar rastro.
Y luego... llega enero.
Y con él, la famosa, temida y dolorosa "cuesta". Y créeme, el "tú" de enero odia profundamente al "tú" de diciembre que se gastó todo en cosas que ya ni siquiera le emocionan.
La teoría de las semillas
Para evitar la resaca financiera, te propongo un cambio de perspectiva.
Imagina que tu aguinaldo no es dinero. Imagina que el banco no te depositó pesos, sino que te acaba de entregar una bolsa de semillas.
Ahora tienes dos opciones frente a ti:
1. La opción del hambre (el consumista): Te las comes todas hoy. Haces una cena increíble, te compras unos zapatos y te das la gran vida por 48 horas. ¿El problema? Mañana tienes hambre de nuevo. Y la bolsa está vacía. No queda nada para el futuro.
2. La opción del agricultor (el inversionista): Decides plantar una parte. Entiendes que "plantar" significa invertir. Es poner ese dinero en tierra fértil, ya sea en Mamut Capital, en un fondo indexado o en tu propio negocio, para que haga su trabajo.
El objetivo es que, mientras tú duermes, brindas en Año Nuevo o sufres el tráfico de enero, esas semillas estén bajo tierra haciendo lo suyo: convirtiéndose en árboles.
La diferencia es simple: Un árbol da frutos año tras año. Unos zapatos se desgastan.
No seas el Grinch, sé inteligente
Ojo: No soy el Grinch de las finanzas. No te estoy diciendo que vivas a pan y agua en diciembre. ¡Trabajaste duro 12 meses para esto!
Cómprate algo lindo, invita la cena a tus papás, abraza la abundancia. Disfrutar es parte de la vida. Pero, por favor, no te comas todas las semillas.
Haz un trato contigo mismo hoy, antes de que llegue el ding o antes de que toques ese dinero:
"El 30% (o el 50%, si te sientes valiente) de estas semillas son intocables. Son para mi bosque del futuro".
El resto, disfrútalo. Pero esa parte que guardaste y pusiste a trabajar en tu portafolio de inversión será la que te dé paz mental cuando todos los demás estén tronándose los dedos en enero.
Tu "yo" del próximo diciembre te lo va a agradecer mucho más que esos zapatos nuevos.
¿Qué porcentaje vas a "plantar" este año?




Comentarios