Sesgos cognitivos en tus finanzas: por qué gastas más de lo que planeas (y cómo frenarlo)
- Alejandro Torres
- 16 jul
- 2 Min. de lectura

El café que terminó en zapatos
Abrimos con una escena que todos reconocemos: llegas a un centro comercial en la CDMX pensando "sólo compraré un café", pero sales con unos tenis que no necesitabas... y una sensación de culpa. No eres tú: es tu cerebro jugándote una mala pasada. Estos "atajos mentales" (llamados sesgos cognitivos) evolucionaron para ahorrarnos energía, pero en el mundo moderno –lleno de ofertas, publicidad y presión social– se convierten en enemigos de tu cartera.
🔍 Sesgo 1: El efecto anclaje (o "el truco del precio tachado")
Ves una playera en tu tienda favorita marcada de $1,200 a $599. "¡Qué ganga!". Pero ¿realmente la necesitas? El precio original ($1,200) se convierte en un "ancla" que distorsiona tu percepción del valor real.
Por qué caemos: Nuestro cerebro usa la primera información como referencia. Las tiendas lo saben y usan precios inflados tachados para crear ilusión de ahorro.
Antídoto: Pregúntate: "¿Lo compraría si costara $599 sin descuento?". Si la respuesta es no, no es una ganga: es marketing.
🔍 Sesgo 2: La aversión a la pérdida (o "el FOMO financiero")
"¡ÚLTIMAS 3 HORAS! 50% OFF en vuelos". Entras en pánico: "Si no lo compro ahora, pierdo esta oportunidad única". Spoiler: esa oferta volverá.
Por qué caemos: Biológicamente, sentimos más dolor al perder $100 que placer al ganar $100. Las promociones "limitadas" activan este miedo ancestral.
Antídoto: Crea una "lista de espera forzosa". Si ves una "oferta irrepetible", espera 24 horas. Si después de un día sigues pensando en ello, quizá sí valga la pena.
🔍 Sesgo 3: El costo hundido (o "la maldición del buffet")
Pagaste $400 por un buffet. Aunque ya estás lleno, comes hasta doler "para sacarle provecho".
Resultado: malestar físico + gasto innecesario.
Por qué caemos: Confundimos el dinero ya gastado (irrecuperable) con decisiones futuras. "Ya invertí en esto, debo seguir".
Antídoto: Repite este mantra: "Lo que gasté no vuelve. Mi próxima decisión empieza desde cero". ¿Sigues en el gym que pagaste y no usas? No renueves: corta pérdidas.
🔍 Sesgo 4: La falacia del coste unitario (o "el encanto del paguito chiquito")
"¡Sólo $33 al día por este iPhone!". Suena insignificante, pero son $12,000 al año. Peor: si pagas con tarjeta, ni sienten los "paguitos".
Por qué caemos: Nuestro cerebro subestima gastos pequeños y recurrentes. Los servicios de streaming (Netflix, Spotify) y las suscripciones usan esta táctica.
Antídoto: Convierte pagos "chicos" en anuales. ¿$100 semanales por comida a domicilio? Son $5,200 al año. ¿Vale lo mismo que un viaje a Oaxaca?
🧠 Reconecta tu cerebro con tu bolsillo
Estos sesgos no son fallas: son huellas de cómo evolucionamos para sobrevivir. Pero en un mundo de estímulos financieros constantes, necesitamos desaprender esos automatismos. Empieza con esto: la próxima vez que sientas ese impulso de comprar (sea por una oferta, FOMO o "paguito"), haz una pausa de 90 segundos. Respira. Pregúntate: "¿Esto realmente suma a mi vida o solo está explotando un sesgo?".
Pequeñas consciencias generan grandes cambios. Y cuando domines estos patrones, no solo controlarás mejor tus gastos: también estarás listo para tomar decisiones más inteligentes con tu dinero... incluso para hacerlo crecer.
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